A ver qué sale...

Tenía una vista privilegiada, precisamente, del lugar donde todos se detenían a hacer una parada... Atesoraba pedazos de vida de los que pasaban por allí... Era una visión intensa de idas y venidas, de ajetreos, de retazos de conversaciones, interesantes y triviales... Un diverso panorama de piezas de un puzzle que ella iba construyendo pacientemente... Por supuesto, tenía muchas piezas mal puestas... pero mucho tiempo para ir buscando el lugar adecuado de cada una...

Un día empezó a ver borroso y ya no distinguía caras ni perfiles tan nítidamente como antes... Le preocupó que su vista empezara a tener fallos y corrió al mejor oftalmólogo de la ciudad a hacerse una revisión... El resultado fue excelente... Su vista estaba en perfecto estado... Pero ella seguía viendo borroso aunque todavía era capaz de encajar bastantes piezas...

Hasta que un día dejó de ver... Y el mundo se le vino abajo... ¿Cómo se había quedado ciega? El ciego era el médico que no era capaz de encontrar la respuesta a que ella lo viera todo negro... Y empezó a gritar su desesperación a las paredes de su casa y gritó y gritó y gritó hasta dejarse la voz y volvió a gritar, una vez recuperada, escupiéndole al mundo su desgracia...

Hasta que los vecinos, resignados, quitaron el chicle de la mirilla de su puerta...