Me quedo...

Me vine a Madrid por trabajo (creo que ya lo he dicho en alguna ocasión) Un trabajo que me cayó como anillo al dedo en un momento en el que necesitaba romper con todo y empezar de nuevo... Me sentó de maravilla el cambio de aires (y no precisamente porque en Madrid el aire sea más limpio) pero tenía claro que seria algo temporal y que volvería de nuevo a Murcia en cuanto aclarara mis ideas, recargara las pilas, los ánimos se calmaran y, por supuesto, me dieran un traslado, cosa que parecía difícil a corto plazo...

Llevo aquí casi tres años... y en todo este tiempo no he tenido prisa por volver, a pesar de seguir en la lista del “concurso de traslados”... La mayoría de gente que me conoce se sorprende cuando le digo que espero irme algún día... como si me hubiera metido tanto en la piel de Madrid que, a pesar de mi persistente acento panocho, pareciera que no he vivido nunca en otro sitio...

En el fondo siempre he sabido que llegaría un momento en el que tendría que tomar una decisión... Pues bien, ese momento llegó la semana pasada... Imperceptiblemente había ido avanzando en esa lista... y cual fue mi sorpresa al darme cuenta de que estaba en los primeros puestos... El momento de volver estaba cerca... Demasiado cerca para mi gusto... Entonces empezó la lucha interna, ganada de antemano por las ganas de quedarme... Demasiado difícil poner en la balanza los pesos y contrapesos... porque, sin duda, la balanza se inclina pronunciadamente hacia un lado (por mucho que duela seguir renunciando a todo lo que queda en el otro)

Me quedo... me quedo por tiempo indefinido... y he firmado un papelito que pide que me saquen de esa lista... aunque sigo pensando que volveré algún día... un día que veo cada vez más lejos y que no sé si será real... Me quedo porque quiero... porque me gusta estar aquí... porque me quedan muchas ganas de seguir disfrutando Madrid... y, sobretodo, porque me siento incapaz de despertarme todas las mañanas tan lejos de ella...