La chaqueta...

Llevaba mi chaqueta. Estoy segura. La misma que Bimbolla me había hecho tirar al contenedor con la excusa de que era vieja y horrorosa. Era vieja sí, aunque a mí me gustaba más decir que tenía solera, pero de horrorosa na… Habíamos vivido un montón de cosas juntas y le tenía un montón de cariño. Esa mujer llevaba mi chaqueta…

No se parecía en nada a mí y me pregunté si se le habría pegado algo al ponérsela, un mínimo rasgo de personalidad… ¿Tendrá la ropa recuerdos de vivencias? Me pareció que sonrío cuando pesé por su lado (la chaqueta, no la mujer)

Estuve un buen rato mirándole la espalda, tratando de averiguar qué teníamos en común… No vi nada y me di la vuelta para encontrarme con la mirada de una chica clavada en mí… La observadora observada… Y me pregunté si yo llevaría su chaqueta y si ella se estaría haciendo las mismas preguntas que yo, como una imagen reflejada un montón de veces en varios espejos…

Juraría que era mi chaqueta si no fuera porque creo recordar que la abandoné en Murcia, y esta estaba abrigando los hombros de aquella mujer que, como yo, esperaba el tren en un andén cualquiera de Madrid… Pero si las chaquetas tienen recuerdos… estoy segura de que esta hizo el viaje hasta Madrid solo para encontrarse conmigo. La prueba está en que cuando me alejé de la mujer para subir en el primer vagón del tren, la chaqueta obligo a la mujer a seguirme, a montarse en el mismo vagón y a sentarse a mi lado…